sábado, 2 de mayo de 2009

Aprendiendo a ser felices


Un día estupendo de primavera. Bueno, solo lo estropeó un poco el viento algo frío. Y es que ha nevado esta semana en las cumbres de Sierra Nevada, pero también a 2.000m en la Maroma y la Sierra de las Nieves. Vamos, aquí al lado. Un día estupendo, ¡sí señor! Sol, viento, mar, el canto de los pájaros, tiempo, un libro, un sitio para estar, libertad para estar, y una vida entera por delante para vivirla. ¿Qué mas se puede pedir?

Eso es lo curioso. Siempre queremos más, siempre nos preguntamos qué hay detrás de aquella montaña en lugar de contemplarla desde aquí y reposar, hacer inventario, curar nuestras heridas o simplemente sentir el calor del sol y el efecto benefactor del descanso en nuestros músculos.

Konstantinos Kavafis (Κωνσταντίνος Καβάφης) nos descubría en su poema Itaca el verdadero significado de las tribulaciones humanas, el de la iniciación a la vida mediante las experiencias. Sin embargo, todos caen (caemos) fácilmente en la confusión de ensalzar el viaje frente a la contención del viajero que mira el horizonte con nostalgia pero prefiere contemplar día a día como el sol sigue su camino por el cielo sin tratar de seguirlo.

Kavafis no dijo en ningún momento que el viaje sea mejor. Ni siquiera necesario. Ni que la experiencia sea preferible a la contemplación. Sin embargo, en nuesta aburrida sociedad, dispuesta a inventar en seguida algo para distraer la mente, caemos en seguida en la tentación de justificar con este poema la inquietud continua y pintarla de un bonito color "crecimiento personal" para disfrazar el sinsentido: la acción continua sin objetivos.

Quizás, detrás del poema de Kavafis se esconde una fina ironía difícil de captar por los modernos e inquietos aprendices de Ulises:
1. El rey de Itaca no tenía gana ninguna de salir de casa para irse con sus amigos a la guerra (posíblemente le pillaron ya en pijama y a punto de cenar). Cuando es conminado por Agamenón y Menelao a unirse a la expedición se finge loco, pero es descubierto y a regañadientes tiene que dejarse sin acabar la cena que su mujercita le acababa de preparar para irse a una guerra que ni le importa ni le gusta. Vamos, que tonto no es.
2. Cuando consigue liberarse de las obligaciones, varios años después, ya es tarde. Aunque desea estar en casa, en bata y pijama, y sentarse con una cervecita frente a la tele y continuar viendo la pelicula que se ha dejado a medias cuando se fue, no puede hacerlo porque los problemas no le dejan retomar las cosas donde las dejó.
3. Cuando por fin consigue volver ya no está para muchos trotes y además se encuentra la casa hecha unos zorros. Además, llega un poco tarde para retomar su vida por donde iba antes de marcharse. El y su mujer son ya muy mayores. Telémaco se ha hecho todo un hombretón y el se ha perdido la adolescencia del hijo. Bueno, por lo menos no tuvo que dejarle el coche los sábados por la noche.

El kit de la cuestión no es que quiera hacerse más sabio con el viaje iniciático. El meollo del asunto es el antagonismo entre querer y poder. Ulises, más que a los héroes, representa a la persona común y corriente que nunca puede hacer lo que quiere. No se trata de hacer el primer capricho que se le pasa por la mente, sino lo que necesita para ser feliz. Pero, ¡triste es la vida! Las cosas siempre le salen al revés y nunca viaja en la dirección que quiere.
Conclusión: "Carpe diem". Disfruta lo que puedas de lo que te toca vivir cada día porque en este mundo hay poca justicia y en general el destino es muy cruel con los humanos por mucho que se esmeren en conseguir la felicidad.

No quiero decir que vivamos en un valle de lágrimas. Ciertas tendencias actuales de autoayuda nos incitan a ser felices creyendo ciegamente en la bondad del universo y de las personas, lo que nos lleva indefectiblemente a una bofetada segura del destino. La diferencia es el matiz de trata de reducir las espectativas para no frustrarse demasiado. O sea, ser intensamente feliz porque apreciamos las pocas migajas que el universo nos regala cada día.

No quiero parecer aguafiestas. A veces sobran las razones para la felicidad, y a veces no sobran. El problema es como sobrevivir en esos momentos bajos. No hace falta mucha práctica para ser feliz cuando sobran las razones...

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