domingo, 3 de mayo de 2009

¿Y si resultara que Ulises se aburría?

Me acaba de venir una terrible revelación. ¿Y si resulta que Ulises en realidad se aburría en casa más que una ostra en el desierto? Habría saltado entusiasmado cuando sus compañeretes de juergas bélicas pasaron por Itaca a recogerlo en sus bólidos a remos.

Ayer hablaba de eliminar el deseo para reducir la frustración inherente a la vida. Pero, ¿de verdad tienen razón los orientales sobre lo nefasto del deseo?
¿Qué sería la vida sin un poco de sabor picante a desafío? El exceso de deseo sin sentido (el capricho) es la principal enfermedad espiritual de occidente, pero seguir los deseos profundos que brotan del alma es parte de la condición humana y del placer de estar vivo.

¿Existe acaso alguna forma más hermosa de ser infeliz que perseguir la felicidad?

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