Ayer hablaba de eliminar el deseo para reducir la frustración inherente a la vida. Pero, ¿de verdad tienen razón los orientales sobre lo nefasto del deseo?
¿Qué sería la vida sin un poco de sabor picante a desafío? El exceso de deseo sin sentido (el capricho) es la principal enfermedad espiritual de occidente, pero seguir los deseos profundos que brotan del alma es parte de la condición humana y del placer de estar vivo.
¿Existe acaso alguna forma más hermosa de ser infeliz que perseguir la felicidad?

No hay comentarios:
Publicar un comentario