sábado, 21 de marzo de 2009

Alpinismo

Para disfrutar del alpinismo te tiene que gustar pasar frío. Hay gente a la que no le gusta y otra a la que le gusta el frío. A mí me gusta.
Pero, ¿puede alguna vez ser placentero el frío? ¿Cómo le puede gustar a alguien pasarlo mal a propósito?
Yo no creo que el frío intenso pueda nunca ser un placer. La vida misma es una lucha contra el frío. En los genes y la piel llevamos grabada la sensación cálida de las praderas africanas cuando nacimos hace 1 o 2 millones de años.

¿Y entonces?

Bueno. Yo creo que es precisamente eso. Cuando se retorna del frío, la vida late en el propio cuerpo con más intensidad. Después de haber estado encogida en el interior, acurrucada, defendiéndose, cuando nota que el peligro ha pasado, comienza a ocupar de nuevo todo el espacio, sale a borbotones y rezuma por la piel y hasta más afuera todavía.

Así debería ser siempre la vida, sentida a borbotones, pero tristemente necesitamos del frío para volver a sentirla.




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