viernes, 22 de mayo de 2009

Hombre

En estos tiempos de cambio hay cambios a mejor, cambios a peor, y cambios sin rumbo definido.

Desde que se acuñó la palabra "feminismo", se ha avanzado en despertar la conciencia sobre un problema tan grande como la mitad de la humanidad y tan antiguo como la misma historia: la desigualdad. Me parece un buen cambio que aumentará el nivel de felicidad en la humanidad, y aunque solo estemos al principio del mismo,la nave de la historia puede estar virando su proa hacia mejor rumbo poco a poco.

Sin embargo, hay otro cambio que acompaña a este y que ahora mismo no se sabe a dónde conduce. Es el camino del hombre.

HOMBRE. Es una palabra tan grande y tan hermosa como MUJER. Nos deberíamos emocionar al pronunciarlas por todo lo que contienen ambas dentro de sus escasas letras. Y sin embargo, algunas políticas de género y algunos discursos encendidos están usando la primera de ellas como sinónimo de cosas como VIOLENCIA, DOMINACIÓN, ABUSO. ¿No es muy triste? Al menos a mi me lo parece, y por eso no sé qué hacer, cómo llamarme entonces, si renunciar a denominarme HOMBRE e inventarme otra palabra... o resignarme... o indignarme...

Me parece que, lo mismo que es imprescindible educar para que nos arañe el oido cuando alguien asocie la palabra "MUJER" con "tonta", "barbie", "ama de casa"..., que es necesario que saltemos en defensa de la plenitud de la palabra "MUJER" (y de la mitad de la humanidad que representa), no es menos necesario educar para que no nos quedemos en silencio cuando se asocia la palabra "HOMBRE" con "energúmeno", "semental", "violento", "insensible" y otras lindeces que ahora aparecen incluso en textos legislativos asumiendo que los hombres son pobres diablos que están abocados a una naturaleza animal debido a lo fuerte de sus instintos salvajes y a lo limitado de sus posibilidades para contenerlos.

Y es que en general duele más ser hombre de lo que parece desde fuera, pero nadie nos pregunta por ello...

No hay comentarios:

Publicar un comentario