Solo por eso,
me dices,
que te quiero por tu carne.
Es la pura verdad.
Te quiero por tu boca y tus labios,
que dan cuerpo a tu sonrisa,
te quiero por tu pecho,
desbordante de toda la ternura.
Te quiero por tus caderas y tus senos,
porque te prestan curvas de mujer para que te adore.
Te quiero por tu vientre,
milagro y misterio que genera vida.
Te quiero por tus manos,
que ponen acción a toda tu energía.
Te quiero por tus piernas,
motor de tu día a día.
Te quiero por tus ojos,
que me miran algunas veces.
Es verdad.
Si fueras de papel y tinta, o una imagen en una pantalla, sería una locura enamorarse de una utopía.
Pero ¿es un pecado amar a una mujer de carne y hueso?
jueves, 5 de enero de 2012
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