Me retiro lo que da de sí un suspiro
a contemplar el mar ondulado,
rosa y anaranjado,
en la penumbra que esconde
esta noche tu espalda.
Olas suaves, caderas,
hombros, lunares,
y lo recorro flotando
en caricias azules,
que me llevan hasta tu boca
donde arranco suspiros
con un beso repentino.
Te vuelves, y un abrazo nos reune
cara a cara tras un segundo de ausencia.
Mi recuerdo abrazando tus caderas
se disuelve mirándome en el fuego de tus ojos.
Mientras, tú te bañas
en el azul de los míos
y tus dedos se pierden en mi pelo
sin querer ser encontrados.
Un beso,
una eternidad de sabores
un postre de fresa
que se regala tu boca.
Una separación,
tan solo el espacio necesario
para temblar un segundo
y bajas para oír un corazón
que te susurra locuras
al otro lado del pecho.
Y es que esta noche he dejado
por un rato mi rincón
para visitarte en tu rincón,
acogedora, deliciosamente desnuda
y envuelta en la penumbra.
miércoles, 25 de enero de 2012
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