Os presento a mi grupo de entrenamiento, una pequeña familia reunida alrededor de Antonio, el creador y alma de todo el proceso.
Durante dos años, al igual que todas las cosas en la vida, ha nacido para llenar un vacío previo, ha crecido, nos ha dado muchos ratos felices para recordar y ahora desaparece. Bueno, no literalmente, pero sí en la forma en que lo hemos conocido los que lo hemos vivido en estos dos años, ya que Antonio dejará de estar al frente para ascender a unas alturas de mayor responsabilidad. Quizás la lección más difícil de aprender en el deporte es que todo tiene un fin, pero que más allá existen nuevas cosas y que olvidaremos estos ratos felices, aunque no para siempre.
De vez en cuando nos vendrán recuerdos a la memoria con una secreta satisfacción. La de haber tenido la suerte de estar en el lugar preciso y en el instante adecuado para formar parte de esta pequeña historia. Incluso habiendo tenido que vivirla desde fuera en los últimos 6 meses. También los lesionados hemos tenido nuestro protagonismo como ausencias en las que el hueco dejado permitía ver que éramos piezas valiosas de un todo que solo existe por la suma de sus pequeñas piezas.
Esta será claramente una de esas fotos que nos convierten en soñadores durante un rato cada vez que las encontramos en el album del recuerdo.
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