Me acabo de dar cuenta de algo curioso mirando mi galería de flickr.
Mis fotos. Me he fijado en mis fotos y cómo me describo mediante ellas.
El caso es que es verdad que todas ellas expresan cosas de mí. Ninguna es falsa. Quiero decir, ninguna de ellas está hecha sin que tenga algo que ver conmigo. Ninguna es un montaje estético, o en todo caso, lo más que puede llegar a ser es una escenificación de algo tan sutil que no puede ser fotografiado por casualidad en la calle.
Lo curioso es que nunca aparece nadie. Nadie conocido, quiero decir. Pero incluso casi nadie. Incluso yo mismo. Es como si fuera invisible.
No es casualidad. No es más que un reflejo de estos meses de crisis. He dejado desmoronarse mis amistades sin preocuparme demasiado. Bueno. Al principio sí me preocupaba, me preocupaba que ésto, como tantas otras cosas se desmoronara, porque ya había tantas cosas rotas que otra más podía suponer pasar del límite de lo que podría llegar a recuperar con el tiempo. O quizás de lo que podía soportar perder.
Pero ahora las cosas son de otro color. Son iguales, pero las veo de otra manera. Nada se ha desmoronado. Solo se ha caido lo que estaba roto, o mal sujeto a los cimientos. En realidad, ha sido como una limpieza dónde había demasiadas cosas.
Ahora queda el vértigo de ver tanto vacío. Pero no acabo de entender una cosa. No entiendo por qué no me decido a ponerme en marcha hacia ningún lado. Y es que ahora no tengo claro si hay que reconstruir lo que ya había o algo totalmente distinto.
O no hay nada que reconstruir y todo está bien. En todo caso, siento vértigo. No estoy acostumbrado a los terremotos. Pero vienen muy bien para poner al aire los cimientos y saber sobre qué se está edificando el resto.
Espero encontrar esos cimientos. A ver dónde estarán...
jueves, 29 de octubre de 2009
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