domingo, 25 de octubre de 2009

El fondo del pozo

Pensándolo bien, en el fondo del pozo no se está tan mal.

Sí. Ha sido toda una vida de entrenamiento meticuloso para temer más que a nada estar en el fondo del pozo. Toda una sociedad contínuamente histérica, orientada a progresar, a ganar, a acumular, a preparar una cómoda jubilación bañada por el color dorado del éxito... mientras no haya un tropiezo y se caiga uno al pozo. Entonces, ¡ay amigo! ¡ay querida!, entonces ya estás fuera del buen camino.

El fondo del pozo es la vergüenza, la humillación, el desprecio, la pobreza, la soledad... es lo peor.

¿O no?

Creo que lo peor de todo es tan solo el pensamiento de estar ahí, en el lugar en que se ha temido estar durante toda la vida.
Lo peor es solo la muerte. Bueno, hay mil cosas terribles, pero la muerte es lo peor de lo peor.

El fondo del pozo es oscuro cuando uno acaba de caer, pero a medida que pasan las horas, los días, los años, los ojos se adaptan a la penumbra y se descubre con sorpresa una luz suave que se filtra desde arriba, tenue, pero que precisamente por eso nos deja distinguir los infinitos y sutiles matices de gris que hay entre el lado blanco y el negro.

En el fondo del pozo hay muchas cosas interesantes. Hay soledad y silencio, que son importantes para oir nuestra propia voz, y muchas otras voces sabias que nunca habíamos oido. Hay tiempo, todo el tiempo de nuestras vidas por delante, y paciencia, muy abundante, se encuentra por doquier y solo hay que saber usarla con sabiduría. No hay que tener prisa.

Por el fondo del pozo no pasa mucha gente. Nadie vendrá a buscarnos allí, en medio de nuestro dolor. Incluso habrá gente que añadirá una nueva pincelada a ese dolor negándonos tres veces, o incluso más. Pero será enriquecedor, porque veremos en la debilidad humana que los que están fuera del pozo tienen más miedo que nosotros. Que el éxito es solo un barniz, un estado y no una condición.

En el fondo del pozo hay muy pocas cosas. No sobra nada y, por eso, la mayoría de las cosas que vemos son auténticas. Las palabras designan esas pocas cosas, y las que no están no necesitan nombrarse. Ahi es donde amistad significa poco más que lealtad y nada más. Debilidad significa limitación. Y traición significa miedo, mucho mucho miedo.*

A mí me preocupa mucho una cosa en particular. Creo que el problema no es salir del pozo. Eso llega tarde o temprano. El problema es salir sin dejarse en el fondo la dignidad, la humanidad, la confianza en los demás, la ilusión por vivir, la capacidad de dar y recibir amor.

El problema es que si nos dejamos alguna de esas cosas en el fondo, llevaremos el pozo en nuestra alma mientras caminemos sobre la faz de la tierra.

*Gracias Carlos por tus reflexiones sobre el miedo.



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