Veo el mar envuelto por un cielo gris y un frio que penetra en mí más de lo que debiera, teniendo en cuenta que lo contemplo a través de la ventana.
El canto de los pájaros rompe el estatismo de la imágen. El tiempo no está muerto. El frio no ha congelado el mar ni a mí mismo, aunque no pueda creer ahora otra cosa.
No es posible sentirlo, y sin embargo, el sol está ahí, encima de esas nubes oscuras. Está calentando todo, dando vida, brillando. Aunque no pueda creerlo, la primavera tiene que venir. Se abrirá paso entre las nubes, será más poderosa que el frío de esta tarde gélida y se infiltrará en todas las cosas, llenándolas de vida, de calor, de energía.
Aunque no pueda creerlo, ocurrirá así como os lo digo. La vida volverá.
sábado, 21 de marzo de 2009
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