viernes, 3 de junio de 2011

Nada

Sol de amanecer.

Luz cálida de primavera

contra ese mármol frío al alba

y esa vacía plaza blanca.


Mirada a mirada

recupero un recuerdo,

mi recuerdo,

mi ciudad,

que no era fría, sino bulliciosa,

plena de verano,

de turistas en cola,

de buscar una sombra

de aire respirable.


Las piedras relucen,

el viento las limpia,

se lleva una atmósfera densa,

se lleva las dudas,

las ambigüedades,

las noches que duran un espejismo

los espejismos de una noche

los lagos sin agua,

los fondos de arena.


El viento se lleva lejos

espejos que devuelven imágenes que no son,

palabras que no valen ni siquiera lo que significan

y sobre todo,

distancia...

distancia.


Distancia poblada de palabras y palabras

que mantienen la distancia calculada.

Ni cerca ni lejos,

sino exactamente en medio,

en medio de la duda,

en medio de la indecisión.


Distancia exacta que necesita nada para ser eso,

absolutamente nada.


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