domingo, 12 de junio de 2011

Ahora que sé que me lees

Sin rostro, sin hora, sin lugar,
pero me lees,
lo sé en mis letras que vibran
cuando las tocas con tus ojos,
quizás muy temprano,
envuelta en el frío del alba.

No envidio a mis letras,
pero se cuelan en tus ojos,
acarician tus sentimientos
muy adentro, en tu fondo.

Me siento entonces infinito.

Puedo imaginar sábanas
y una noche de verano
y una ventana llena de luna.
Puedo crear caricias, amantes,
abrazos que enredan,
noches que pasan
sobre una cama.

Y allí estas siempre tú,
bebiendo palabras,
desnuda sobre las páginas.

Para tí, que entregas tu imaginación a mis palabras.

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