Yo había pensado en un florero,
pero quizás la imagen del cactus sea aun peor.
El florero no puede sufrir.
Al cactus aun se le puede torturar
sin regarlo más allá
de unas migajas de agua.
El sol dorado del otoño vuelve a acariciar la gran alfombra de lana roja, fiel a su cita con el equinoccio, como todos los años. Debajo de l...
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